Ojalá que la tierra no te bese los pasos.
-Silvio Rodríguez
Veo que ya no me acompañas
ni en la sombra te desvistes,
y en mis mustias cicatrices,
brota savia de esperanza.
Cuán sereno canta ahora
el hocico de la pluma;
tan taimado en su tortura
que, del sentir, nada le abruma.
Pero aún podrías, con tu baile,
entregarme un balanceo,
o en la afasia de la noche
la amargura de un deseo.

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