Caos helicoide

Primaveras secas y pasadas
hace tiempo que las observo de lejos
cantinelas e historietas inventadas
que se nublan con las ansias de lo incierto.

Cada luna previa a una mañana
me recuerda ese tiempo ahogadero
era fiel a la cabeza abarrotada
a dedicarte más de doce pensamientos
a perderme en mi senda programada
mirando al suelo dando pasos lentos.

Cada segundo del imaginario
en los veranos húmedos de estos años
he recordado involuntariamente su cortejo:
(el de lo inventado más que de lo cierto)
acariciar cada segundo de mayo
de girasoles las semillas en el viento.

Y este pequeño instante se consume
como si fuese a aplacar el cielo
que ya no se vislumbra en tu rostro
ni se sugiere en el firmamento.

Cómo me miento cuando te recuerdo
distorsiono la ocasión en que versé tormentos
como si tuviera caso rescatar de dolores inviernos
pero no importa cuánto lo intente
esta sensación es nada más que reflejo
de lo que por puro morbo son deslices de mi mente.

Y la vorágine derrite mi lucidez
tengo frío aun cuando hace calor
doce pensamientos tornan en cien
el huracán arrasa con todo, menos con vos
por poco con la voz que remeda al sentimiento
que cada verano percibo en el viento
haciendo de lo estático vivo…
creo que voy a perder los estribos
de otro otoño que más que alivio, es castigo.

El color de las hojas en las calles
ya apagado, mustio e inerte
me recuerda ahora mi peso anclado
y aquellos deseos pendientes
de la seca primavera fría
que se olvidó con fuerza de quererme;
los pétalos de cada flor
dando el esperado aliciente
la gran llama del corazón
con la irremediable confusión demente
por los temblores calientes
y la comodidad del caos
de no haber sabido dar nombre
(jurando que tampoco un orden)
al futuro, pasado y presente.

Y continúo penitente
como debiéndole a lo inerte
lo poco de vida y suerte
que me queda entre los dedos
ya no quiero más tormentos
ni estaciones, ni tinieblas
que en su arrebol me arrastran
como queriendo ensartarme sus astas
ahogarme con su río las venas
sepultarme las entrañas
que este bosque me deje apagar mis penas
que se reviente en mi cabeza
que extienda sus filamentos
porque ya no tolero la hazaña
de ser el juguete de todos los tiempos
ni la oscuridad de cada mañana.