Nunca me creí autosuficiente. Incluso, en ocasiones, para respirar. Pero esta vez debía y tenía que ser distinto. Ver la luz. Observar su brillo. Contemplar, y contemplarla. Y es que estoy enamorado. De su majestuosidad, de su poder, de la hipnosis que produce en los latidos de un corazón tan pequeño como el mío, de una pequeña criatura del color del otoño al atardecer. Si. Curiana soy. Pero ella es mi destino. Y mi horizonte será vivirla. Su hilo esplendoroso imanta mis pasos. Ventana abierta. La miro. Me mira. Y muero perdidamente de amor. Sonrío. Soy feliz, sí. Ahora, silencio.

Óscar Quiroga
@quirogautor
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