Las tres de un reloj sin cuerda
flanquean la lluvia
y recién cortada
se estremece la tardía primavera.
El cauce gime
la senectud del agua,
la roca se exhibe
y se deleita
con lacerantes caricias
de torrente y euforia.
El sol se viste
con los colores de una flor
y una reina baila
alrededor de su colmena.
Los zánganos zumban
y sumados al éxtasis
polinizan el estambre
y la corola,
el pétalo y el tallo,
el lenguaje y lo sagrado.
Las tres de un reloj sin cuerda
contemplan con rubor tu nacimiento.
Y tú las besas.

Enrique Morte
@enrique.morte_poesia
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