La crónica sapiente

Lunes, 8 de mayo

08:05 a. m.

Carlos Carlsen

Francis, el Paulo Freire de la Escuela Secundaria San Ignacio, camina en círculos por la oficina de estudiantes. Lo acompaño, sentado y quieto en la única silla disponible. Trabajamos juntos en la revista escolar, pero nuestra conversación es unilateral, yo solo me encargo de la simpleza de escuchar y tomar notas con diestra y siniestra.

Francis Franchini

Todo va superbién para nuestro cuarto número de la revista, cierto, ¿Carlos?… ¡Perfecto! Ahora quiero enterarme de todo cuanto hemos avanzado; el continuo seguimiento del proceso es lo que nos diferencia, lo que nos ha traído a donde estamos, lo que nos ha dado la valía y el respeto de nuestros compañeros y compañeras, sobre todo compañeras, ojo…

Bueno, basta de blablablá.

Primero dime cómo va Juan con su reporte sobre las negociaciones «diplomáticas» entre nuestros fieles lectores y la junta directiva por la gestión y organización del aniversario de este año. Hoy a las 9 se dará el segundo «debate», que, según lo que me han dicho por ahí, terminará cuando los alumnos tomen de rehenes a los profesores en la sala de reuniones. Que Juan no vaya a faltar, tiene que estar presente y redactar un informe hoy mismo. Avísale. También a José, necesitamos fotos, videos, para mostrar todo lo que llegue a pasar. Que no falte, eh.

Ahora, ¿dónde mierda está Dani? El jueves por la mañana estuvo en el torneo de ajedrez, pero luego desapareció y no tenemos ninguna redacción de la final del campeonato de fútbol, ¡lo que más vende, ‘taqueloparió!

Entonces chau Dani, vamos a poner a Drake en deportes y espectáculos, porque en cultura está pataleando. Si Dani vuelve a aparecer, y dice que está arrepentido, no lo aceptes, ni siquiera escuches esas pavadas que pone como pretexto, no es la primera vez que nos hace esto. Lo único que falta es que, en vez de deportes o ajedrez, se le dé por escribir esas paparruchadas de bichos raros.

Ya. Esos son los planes para más tarde. Por mientras podemos revisar los avances que ya presentaron algunos de nuestros colaboradores. Empecemos con Rodrigo, que nunca me decepciona, y el «Misterio de la semana».

Rodrigo Rodríguez

(Título pendiente)

El pasado viernes, al amanecer de un día feriado, algunas estudiantes de la Escuela Secundaria San Ignacio fueron halladas tiritando en el salón de arte y pintura. Sus manos se aferraban a lienzos empapados en tonos pálidos. Sus pies se perdían bajo la sombra de su propio cuerpo acurrucado. Estaban como sin aire, intentando descubrir qué las retenía de cuclillas en ese lugar silencioso y sin vida. Eran cuatro alumnas, todas de quince años, y cada una ocupaba un reducido espacio en cada rincón. Se presume que la noche anterior habrían reunido cinco caballetes en el medio del salón, formando una media luna, pero, al siguiente día, solo uno de ellos permanecía de pie, y exhibía una obra con el título de Heulender Hund. De no haber sido por el personal de limpieza, sus padres aún seguirían sumamente preocupados. Pero que la preocupación se haya mitigado no significa que nuestra curiosidad lo haya hecho. La crónica sapiente se compromete a averiguar, a toda costa, la verdad, o verdades, de lo sucedido.

Hay un ojo que ve y otro que siente.
Paul Klee, Diarios (1898-1918).

Francis Franchini

Im-pe-ca-ble. Como siempre.

Este misterio de la semana irá acompañado, aparte de las fotos deprimentes del salón y las alumnas, de una pregunta sutil pero precisa, como un broche de oro. Que esta diga: «En estos tiempos, ¿qué se valora más: los títulos académicos o las acciones de buen obrar?». Ah, y el título puede ser La negligencia de la autoridad. Sí. Así quedaría redondo, un comienzo incisivo y, entre comillas, un final abierto, librado a la interpretación de nuestros lectores. ¡Alabada sea la retórica!

Bien, el siguiente escrito es de Roberto, nuestro prolífico ensayista. Veamos…

Roberto Roberts

Hacia una nueva reforma educativa

Como un estudiante que es parte del actual laberinto ideológico que atraviesa la educación en nuestra escuela, no hay día en que no sienta más que frustración, desesperanza y desapego por esta. Y es aún más desalentador que nuestras propuestas de mejora sean rechazadas por los profesores y por nuestro «estimadísimo» señor director, que las consideran innecesarias y, además, subversivas.

¿Cuántos ya estamos hartos de que nos digan: «Es una etapa. Cuando crezcas, te darás cuenta y me lo agradecerás»? ¿Cuántos ya estamos hartos de ser vistos como simples seres «en pleno desarrollo»?

A través de este breve ensayo no solo expresaré mis preocupaciones, también propondré alternativas que den prioridad a nuestras necesidades, ya que somos los únicos que verdaderamente las conocemos y los únicos que podemos luchar, juntos, por el gran cambio.

Abajo la estandarización

La evaluación totalmente igualitaria de nuestras capacidades nos encaja en un pequeño saco que limita e inhibe nuestras pasiones, talentos y virtudes. Todos estos números y calificaciones nos convierten en simples datos estadísticos con cierta, nula o gran esperanza de éxito en la vida, ¡como si la vida se tratara de ser académicamente excelentes! Ha llegado el momento. Tenemos que deshacernos de este enfoque anticuado y, en su lugar, luchar por un sistema educativo que reconozca y celebre el valor individual de cada estudiante.

Arriba la gestión estudiantil

Desde pequeños se nos ha mandado a centros de estudio para aprender lo que según los adultos tenemos que aprender. Y suena razonable, hasta cierta edad. Pero debemos imponer nuestros ideales, tomar el control de nuestro aprendizaje y demostrar que somos capaces y merecedores de la autonomía. Si acudimos a estos centros para aprender, entonces nosotros, los estudiantes, somos quienes tenemos más potestad para demandar que nuestras exigencias y necesidades se cumplan, y los profesores están para ello. ¡Seamos los forjadores de nuestro propio camino!

Compañeros, ha llegado el momento de la revolución educativa. Como estudiantes, unámonos, y juntos solucionaremos los problemas que los adultos ignoran. Juntos traeremos un futuro esperanzador, no solo para nosotros, sino también para las futuras generaciones.

Los oprimidos han de ser el ejemplo de sí mismos, en la lucha por su redención.
Paulo Freire, Pedagogía del oprimido.

Francis Franchini

¡Vaya pedazo de…!

08:25 a. m.

Carlos Carlsen

Unos gritos reverberantes interrumpen nuestra revisión. «¿Qué pasa?», me pregunta Francis, encogiendo los hombros. Respondo viendo hacia la puerta. Ambos salimos en busca de respuestas.

En el fondo del pasillo vemos a Juan y José huir de algún tipo de peligro. Y ni bien llegan a nosotros, nos empujan hacia adentro de la oficina y trancan la puerta.

Juan Juanes

Oigan… nos cagaron. ¡Les dije que teníamos que vigilar a Dani, mierda! Ese man es muy fácil de manipular. ¿Sabían que publicó esta mañana en el boletín de la junta directiva? Ese traidor publicó Las dos caras de Francis Franchini, un examigo y pronto un excompañero. Literalmente te entierra. Nos entierra. Ha contado todo, los profes ya saben de la existencia de nuestra revista, saben qué hemos publicado las últimas tres semanas, lo que tramamos, todo. Hasta incluyó fotos de nuestras reuniones el hijueputa.

José José

Y ahí no acaba la cosa. No, no, no. Al parecer, «nuestros fieles seguidores» amanecieron con el pie derecho, de la nada ya no quieren luchar por un mejor y nuevo sistema educativo. Dizque cambiaron de opinión. ¿Y saben el porqué? Porque uno de esos tiktokers de medio pelo subió un video de menos de tres minutos en el que habla de su punto de vista más «racional» sobre este tema. Pero más obvio no puede ser, ¡les dije que los profes acudirían a ellos para hacer algo así! ¡Se veía venir! Ya capturaron a Drake, que ni se ha enterao por qué seguramente. También tienen al chico nuevo ese, el encargado, pues, de Letras y Poesía. Los llevaron a la dirección. Y ahora vienen por…

Carlos Carlsen

Se acercan más y más los gritos de protesta. Un tumulto que exige el inmediato cese y destrucción de nuestras publicaciones. Es el alumnado unido, por fin, pero ¡liderados por el enemigo!

Cruzamos miradas aquí encerrados, y sonreímos de la ironía, como todo erudito que ha sido derrotado por los «maestros de la influencia».

08:55 a. m.

Dani Darwin

La colmena de abejas es como una sociedad organizada ideal, en donde todo gira alrededor de una misión. La reina convoca a todas sus súbditas para reconstruir la casa, cada vez que un depredador la daña o destruye; es sorprendente la resiliencia de esta sociedad, como todo entomólogo de ley sabrá interpretar.

Ah, que no me olvide de citar a William Kirby. Voy a consultar su libro, tan antiguo como fundacional, que escribió con Spence.

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