Adhesión a un espejismo

Danza la espuma en mi llanto,
por las libertades hechas tango
en las que recuerdo
los tiempos de antaño,
donde gritar por mis derechos
fue mi bandera y no el silencio.

Resquebrajé los hierros, mi armadura
cuando encarnamos el éxito
por todo lo que conseguimos.
¿Quién en su sano juicio
hubiera podido imaginar
que un paso hacia adelante
era en el fondo dos hacia atrás?

El brazo ejecutor del poder otorgado
apisonó a nuestros sueños de independencia
y corrompió al depositario
como el óxido
corrompe al hierro
y nuestros colgantes hechos de sueños.

Y el orden se rompió.
Y nos condenamos al silencio.
al ostracismo…
Casi pudimos con todo,
pero el todo es nada y abismo.
Por ello añoro aquellos tiempos
en los que fuimos nosotros mismos,
en los que gritar
era norma
y no una jaula de cristal.

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