El mar siempre es azul en el recuerdo.
Las olas son las altas alamedas
que dibujan la brisa en mi pupila,
que tejen su guirnalda de salitre
y espuma, en la ribera de otro río.
Hay, en algún lugar, una caricia
esculpida en la espina de una rosa,
el secreto suspiro de una fuente,
el efímero pétalo del agua.
Todavía los trinos de aquel pájaro,
envueltos en la bruma, tienen vida
gozosa; sobreviven, pura llama,
en los frondosos bosques mitológicos,
al espanto del frío y de la nada.



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