Huerta

Mi huerta es un cementerio de huesos
descompuestos,
compostados.
Cocidos al son de los gases naturales,
hervidos en la humedad intraterrena.
Diariamente,
me alimento de sus vegetales.
Pido permiso a la madre tierra
para iniciar la ceremonia de cosecha;
acaricio la piel rozagante
de sus frutos,
y huelo sus colores fulgurantes
mientras los mutilo.

Sé que, en tiempos lejanos,
abundante sangre guerrera
abonó estas tierras.
La crudeza de mis alimentos
sabe a cuero y a renuncia,
y no me acongoja
nutrirme de los cuerpos caídos:
debo mi vigor
al terror que alguna vez
sintieron los míos.

Riega mi canto
los mantos de tierra negra,
y acuna a las almas del purgatorio
que moran en mi jardín,
expectantes de un tiempo
que nunca llega.
Les digo que mi casa es su casa,
que no sé vivir
sin muertos encima.

Fagocito la idea de la muerte
con cada almuerzo y cada cena.
La mastico,
la digiero bajo mis jugos orgánicos,
hasta que penetre en mi ADN
algo más que las ausencias:
el principio vital,
el alfa y omega.
Hasta que en mi risa
se escuche el eco
de las batallas perdidas,
hasta que mi nombre
se convierta en coordenadas celestes
o rezos,
que permitan invocarte
a través del espacio tiempo.
Hasta que,
perdida entre los astros,
finalmente
deje de perderte.

dorita paez gimenez escritora poeta

Dorita Páez Giménez
@mariadoritapg
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Una respuesta a “Huerta”

  1. Mujer, ¿qué fortaleza? Creí que montabas un toro salvaje//@dgonzur/

    desendasymassendas@blogspot.com

    Le gusta a 1 persona

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