La noche luce su vestido azul marino
con perlas preciosas adornadas en el pelo,
tu y yo caminamos agarrados de las manos
para que no se apague la ilusión de querernos.
El ritmo de la luna lo marcan nuestros pasos
y el de mi corazón reacciona ante tu risa
creando una armonía casi tan sensible,
que sólo los grillos pueden repetirla.
Y ahí está en el parque la vieja farola
donde te conocí la navidad pasada,
a ella le debo mis noches de insomnio,
a ella le debo mis noches sagradas.
Mis pupilas y las tuyas se miran fijamente,
tu sonríes mientras te beso la frente,
porque para nosotros esto es un juego de amor
donde no se vale hacer trampa ni pedir perdón.
Vamos a quedarnos bajo la farola
para abrazarte fuerte sin ningún pudor,
para que me beses hasta que se apague,
mientras me pego a tu cintura y tu boca se deshace.