Mi musa son tus ojos con tus pestañas elegantes,
si me miran fijamente, si me cruzan por delante,
que me hacen escribir canciones y versos incontables
que se derraman en el río de mis labios asonantes.
Me vuelvo vulnerable si siento que me tocas
que me hablas al oído o me besas en la boca,
erizas mi piel si siento cerca tu pureza,
tu mi ninfa peligrosa, tu mi hermosura canela.
Eres toda entera divinidad etérea y sublime,
una sílfide delicada con el corazón de un cisne,
que se detiene en los molinos a danzar con el viento
que me hace olvidar el mundo con un resoplido en el pecho.
La suavidad de tus piernas y la calidez de tu tacto
son mi primer pensamiento antes de escribirte algo,
pero tus ingeniosas ideas son las que roban mi aliento
cuando intento reproducirlas, para que las conozca el resto..
Tu personalidad vibrante me inspira a contar mundos de aventura
donde la princesa es guerrera y lucha con armadura,
por ti he escrito mil poemas, yo que no sabía rimar,
porque contigo soy capaz de todo lo que pueda imaginar.
A ti te dedico todas mis prosas violetas, las cursis, las calientes,
las que aún tengo en la cabeza y no he podido descifrar,
porque todo mi arte se amarra a tu sombra y a tu cuerpo,
porque todo mi arte se nutre de tu increíble forma de amar.
Como una diosa griega, sus mejores versos le entrega.
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Cuanta elegancia en tus versos, y sin embargo que natural el efecto
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