Nunca sabré lo que fui para ti, lo que significó aquello que vivimos por tanto tiempo.
Esa certeza de ser consciente de que nunca llegaría a saberlo, me consumía de manera incombustible el alma, amargando cualquier otra sensación, como los posos olvidados de un viejo café.
Ya no más. No sé qué fui para ti, pero sí conozco cuánto has significado tú para mí: fuiste la confirmación de que el amor podía ser luz de verdad, pero también doler como el desgarro más profundo de una espina. También fuiste la certeza de que el suelo se iba a mover bajo mis pies sin que ningún seísmo mediara, con tu mirada penetrante bastaba. Me ofreciste la confirmación de que la coherencia y el sentido del ridículo carecen de sentido cuando aquello que te importa está frente a ti.
Pero por encima de lo demás, estando a tu lado supe que hay personas que sacan lo mejor de uno mismo: sacan brillo a lo que nos hace mejores, provocando destellos de felicidad para esa persona y para el resto del mundo. Pero también hay quienes nos arrancan todo lo bueno, dejándonos solo despojos de maldad.
Lástima que tú me dejases sin nada a lo que amar.
>



Deja un comentario