El cemento de la pared se agrieta
dejando fluir el silencio de la libertad.
Un grillo toca el violín
mientras que el cisne negro
se sube a una vieja silla de madera.
Nadie hace nada, sin embargo,
suena la música más alta y desafinada.
La pared de cemento cae,
con ella se detienen los latidos
y no queda
nadie.




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