Hace años abriste una rendija a la ilusión, una puerta a la esperanza y un gran ventanal lleno de luz al amor. Te arriesgaste, a pesar de que yo misma fui la que te llenó de espinas el corazón, volviste a apostar al trece un viernes de milagros inesperados.
Tal sería el comienzo de lo que hoy nos une: el reto de una apuesta a doble o nada que con cada año transcurrido aumentaría de valor. Todavía es pronto para hacer balance de lo ganado y lo perdido, pues aún nos queda demasiado por ganar y algo por perder. Está bien, la vida es así, ese constante vaivén de ganancias y pérdidas en la gran ruleta que nos empuja a arriesgarnos un poco más en cada ocasión.
Ahora es tiempo de apostar fuerte, de arriesgarnos con la gran jugada de nuestras vidas hasta el momento. Y es que pronto soplarán cambios con aires de soledad, lágrimas y algo más. Llegará el momento, con la caída de la hoja y la migración de las aves, y sin mirar atrás te irás.
Cuando lo hagas, procura no olvidarte de nada, ni siquiera de ti mismo y de quién eres conmigo. Acuérdate de nosotros, de quienes somos juntos y de quienes queremos llegar a ser. Pero sobre todo acuérdate de vivir por ti.
No te preocupes por mí, yo voy a estar bien, entre mis libros y letras de siempre. Me sentirás cerca en las letras, pues cuando me leas nos encontraremos en ellas, hablando de tu risa mientras espero tu vuelta.
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