Un matrimonio que progresó mucho fueron Pierre y Marianne. Se casaron a mediados de los noventa, alquilaron algo barato, hicieron sus primeras armas en el Centro con un puestito de venta de empanadas, crêpes y otras comidas saladas. Vino la crisis, estuvo brava con dos hijos chicos para mantener. Querían darles la mejor educación, los ubicaron en el prestigioso jardín de infantes Enriqueta Compte y Riqué. Tuvieron que hacer de tripas corazón para llegar a fin de mes. Pero las crisis son oportunidades. En las vacaciones de julio de aquel año tan nefasto para tantos, una tarde, con sus hijitos jugando tirados en el piso del estar, les vino el rapto de inspiración. Pierre tomó un lápiz y papel, pensó, diseñó una estrategia de negocios. Marianne, con su instinto tan femenino, le dio perspectiva. Se miraron, se besaron, fueron a la cocina. Tomaron boles y moldes, cubiertos y tasas, manos a la masa. Desde ese momento no pararon hasta colocar sus primeras confituras en cuanta panadería, confitería, fiesta y evento pudieron. No se detuvieron más. Nunca más miraron atrás.
Dulzura, unión, azucarada creación

Ese es el secreto de la vida… encontrar oportunidades en los momentos de crisis!
Me encantó!
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