Sóplame fuerte,
como el diente de león,
con el que jugueteas,
entre tus dedos.
Deshaciéndome,
en miles de semillas,
que vuelan alto.
Transportadas,
lánguidamente,
entre tu aliento.
Moviéndose,
al ritmo,
de tu respiración.
Y poder llegar,
así,
un día,
a
tierra,
firme.



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