Llegó el día en el que miré
Mis heridas de cerca,
Y me creí la única causante
Del temblor de la vida.
Llegó el día en que me culpé
De ser el ojo del huracán
Y me repetí, una y otra vez,
Que la tormenta nunca acabaría.
Llegó el día en que mi mundo cayó,
Los días perdieron su sentido
Y yo, llena de miedos e inseguridades
Le declaré la guerra a mi peor enemigo:
La vida.