Fraterno amor

Entrando en la plaza de comidas del centro comercial, Ismael lleva tomada de la mano a Alicia. Camina rápido, encuentra uno de los últimos lugares libres; ¡qué suerte a esta hora! Tiene la cabeza llena con otros asuntos que no se arreglan tan fácil.

—Isma, qué lindo que te queda ese equipo deportivo negro con las tres rayas blancas. ¡Parecés tan grande…!

—Dale, Ali, sentate ahí. Ya mismo.

Ismael agacha un poco la cabeza, que queda detrás de las hojas verdes artificiales. Alicia se acaricia los rulos, tranquila.

—Isma, ¿por qué nos sentamos así, como escondidos entre las plantas?

—Eeeh… nada, Ali. Nada. Cosas mías.

Ni que lo fueran a buscar… Cambia de tema, es hora de pedir la comida.

—¿Te gustan las de carne?

—Isma, vos sabés que siempre pido las de pollo.

—Bueno, yo pensé que querías probar. Hacemos una cosa: pido dos y dos, y si querés probás, ¿dale?

—Dale. Pero que conste que sabías, ¿eh?

—Como mande, capitana.

Ismael encarga las empanadas en el mostrador y después se sienta frente a Alicia. Todavía intranquilo, mira a su alrededor. Nada.

—¿Pasó algo, Isma?

Ya un poco más aliviado, la contempla callado, con los ojos llenos de ternura.

—Ay, Isma, si no fueras mi hermano, te diría que parecés enamorado de mí.

Él le contempla esos ojitos resplandecientes encima de los cachetes de angelita. Ella apoya la cara sobre su mano doblada.

—Todavía sos chica, Ali. Recién tenés nueve. Hay cosas que no entendés.

—Siempre me querés cuidar. Sos un hermano tan divino, Isma…

Sin dejar de mirarla con todo amor, toma las manos de su media hermana.

—Ali, te tengo que contar algo. Creo que no te va a gustar.

—¿Qué? ¿Otra vez te peleaste con tu mamá?

—No, ella no sabe nada todavía. Al que sí le dije fue a papá. Casi me pega.

—Ay, pero si papá es bueno…

—Pasa que… igual que él… a la misma edad…

—Dale, Isma, hablá claro. No tengas miedo conmigo. Soy tu hermana.

Ismael agacha la mirada. Su tez un poco oscura se sonroja.

—¿Qué te parece ser tía? —le susurra.

Alicia queda algo sorprendida.

—Pero… Isma, yo ya tengo tías. La hermana de mi mamá, y las dos hermanas de papá, que a vos también te quieren mucho.

—Ay, un momento, Ali. Me llaman que está la comida. Ya vengo.

Ismael necesita ese momento para recomponerse. Se levanta un poco aturdido, la mirada inexpresiva, se tropieza con un muchacho que se estaba sentando en la mesa de al lado, le pide disculpas. Se acerca al mostrador, apoya firme las dos manos, agacha la cabeza, suspira profundo. La chica que despacha las empanadas le cobra y, antes de entregarle la bandeja, le ofrece un vaso de agua fresca, seguro que le hace falta. Ismael duda, al final acepta. Se baja el contenido de un solo sorbo. Pide otro para Alicia y lleva las empanadas a la mesa.

—Probá, Ali. Creo que te gusta y todo.

—¿Pruebo a que me guste ser tía? ¿Cómo se juega a eso?

Ismael la mira con sus ojos oscuros bien grandes. Alicia se sonríe. Al final, Ismael suelta una carcajada de alivio.

—Ah, claro. Era todo una broma tuya, Isma. Como decís que soy chica…

—Esto no es broma, Ali.

—¿Podés hablar claro de una vez, nene?

«Nene». Típico de cuando Alicia se empieza a enojar. Ismael carraspea para aclarar la voz. Intenta hablar con serenidad de adulto, pero no le sale.

—¿Alguien ya te explicó… bueno… de dónde vienen los bebés?

—Sí, ya sé, la madre, el padre, nueve meses en la panza, todo eso. Tía Lola estuvo embarazada, nació mi primito Atín, divino.

—Atín. Hijo de Lola. ¿Ves? Tu mamá es tía de Atín.

—Y Lola es tía mía, sí. Aaahh, entonces…

—Entonces, hacete a la idea de que para el año que viene va a pasar algo parecido. Yo voy a tener un hijo mío en mis brazos.

Alicia toma aire antes de soltar un grito, mezcla de sorpresa y susto.

—¿Vos? ¿A tu edad?

—Por eso te decía hoy. Papá casi me pega porque hice lo mismo que él a la misma edad.

—No, Isma. Papá no es tan joven. Tiene treinta y tres, yo tengo nueve, está bien.

—Pero yo tengo dieciséis. Te faltó hacer esa cuenta conmigo. ¿A qué edad me tuvo a mí?

Alicia queda aturdida. Ya no le interesan tanto las matemáticas. Se va tapando la boca con las dos manos.

—Te vas a hacer grande de repente…

—Me da miedo, pero es así. ¡Que Dios me ayude! Me cuesta hacerme a la idea, por eso mis caras raras.

—¿Y te vas a poner a trabajar?

—Qué mas remedio… cuando nazca mi bebé voy a necesitar mucha plata.

—Vas a tener tu bebé siendo tan joven. Vas a tener que salir a trabajar todo el día. Vas a volver a tu casa muy cansado. Vas a dejar de verme a mí. Vas a quererlo solo a él…

—No, Ali. Vos siempre vas a ser mi hermana.

—¿Siempre, siempre?

—Siempre, siempre.

Le toma la manito y se la besa, como a una antigua dama. Los ojos oscuros se inundan de la cándida mirada angelada.

Ya nada importa. La vida seguirá. El mundanal ruido de la plaza de comidas atestada es apenas un susurro. El universo gira alrededor de ellos sin que lo noten.

—Isma, ya que voy a ser la tía, ¿puedo también ser la madrina?

Padre por el rapero ecuatoriano XXL 593 (2017). Escuchala con atención, se te caen las medias…

6 respuestas a “Fraterno amor”

  1. Un momento lleno de amor, me emocionó. Ante momentos complicados el amor incondicional de los nuestros es lo más importante. Nada mejor que esa última pregunta, ¿Puedo también ser la madrina?» para decirle, estoy para lo que precisen. Me encantó

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    1. Eso mismo. Además, Alicia tiene esa mezcla de inocencia de la infancia y sagacidad de «los niños de ahora». Creo que Ismael por momentos duda si está hablando con su hermana o con un espejo de la criatura que pronto nacerá…
      Muchísimas gracias, Mai, por leerlo y por compartir tus emociones aquí.

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      1. El placer es mío, me encantan tus relatos.

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  2. Avatar de Mario Zama Escalante
    Mario Zama Escalante

    Fabio, excelente cuento, narrativa que atrae. Me gustó mucho.

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    1. Muchas gracias, Mario, por leerlo y manifestar tus apreciaciones.

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  3. Siempre la fraternidad hace amable la vida de todos los que sienten el deber de llenar el mundo de amor a sus semejantes. En un mundo donde hay amor fraterno, la paz es consecuencia de la fraternidad humana.

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