No entiendo,
no entiendo de sospechas,
ni de indicios ni de contraseñas,
los signos son ilegibles,
la musas huyen despavoridas,
y el vacío me acompaña,
siempre con la misma señal ignota,
siempre con la misma treta.
No entiendo,
tu verdad, aquellas palabras,
la razón de tu mirada,
el odio y la espuma,
los pasos quebrados del alma
y la libertad, ¡ay, libertad mancillada!
Y sigo sin entender,
tu rastro, tus huellas,
el ribete de tu pisada,
ni el rumbo, ni la deriva,
ni el horizonte que me habla,
ni la rabia que se enroca,
ni las manos manchadas,
ni la paz en cuclillas,
ni la mentira en la espalda.
No entiendo, no entiendo nada,
ni la señales, ni las plegarias,
ni la locura de quererte,
ni la muestra que te guardas,
ni la ilusión compartida,
ni el signo de tu llegada.
Yo no entiendo de síntomas,
ni de cicatrices, ni de marcas,
ni de guiños, ni de suerte
ni de fuego, ni de magia,
pues solo me guían tus besos
hacia el regazo que me guarda,
hacia el baúl de mis recuerdos,
hacia la señal más recordada.
¡Vaya! que me gustó… Por ahí falta una S en mi. José.
Saludos.
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Me alegro Victor que te haya gustado y gracias por ese apunte. Lo corrijo inmediatamente. Un abrazo
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Excelente, José Carlos!!!
👏🏻👏🏻👏🏻
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Hola, muchas gracias por tus palabras y me alegro que te haya gustado. Un abrazo
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Muchas gracias amigo por todo, me alegro que te haya gustado. Un fuerte abrazo
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Maravilloso, amigo!!!
Cuanto dicen los recuerdos.
Me encantaaa….
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Gracias querida amiga, la verdad que se podrían escribir cientos de libros con los recuerdos que atesoramos. Me alegro que te haya gustado. Un fuerte abrazo
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Hola José Carlos,
Qué bonito poema.
Excelente!!!
Un abrazo.
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Hola amiga Mercedes, me alegro que te haya gustado. Gracias por tu apoyo constante. Un abrazo
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