Vivo en una sociedad que me exige a gritar todos mis logros personales para ser alguien. Hacerme notar le llaman, qué estupidez más grande.

Y yo, lleno más de derrotas que de triunfos, estoy apartado de su grupo selecto. Estar lejos de toda esa hipocresía barata es lo único que me salió bien.

Es por eso que aquí, en la tranquilidad de mi oscuro cuarto me niego a ser lo que ellos tanto quieren. Uno más del montón.

Comeré el polvo del suelo tras cada caída con cierto placer y los golpes que reciba me los tomaré cual café de medianoche solo en mi habitación. En fin, disfrutaré de todos mis tropiezos.

Pero cuando todo esto empiece a funcionar y tenga sentido, cuando consiga las cosas que verdaderamente me llenen y tenga esa puta sonrisa de victoria en el rostro…

No me vengan con que el mundo se alineó para darme todo lo logrado o que esa maldita suerte, de la que tanto hablan, hizo algo conmigo. Eso no se lo voy a permitir a nadie.

Así como seré culpable de cada uno de mis errores, también me encargaré de ser el único responsable de todos mis aciertos.

Vivo en una sociedad que me exige a gritar todos mis logros personales para ser alguien. Qué estupidez más grande…