”Tú que siempre anhelaste una vida impecable
te escondes en cada rincón
para dejar de escuchar los sollozos bruscos y entrecortados
de esos niños que hoy habitan en cuerpos de adultos.
Yo que siempre quise encontrarme
busco a cada paso que doy
una mirada cómplice que comprenda mi pérdida,
una risa ajena que haga saltar los puntos
que este silencio pone a mis heridas
para ahogar la agonía
bajo una piel que ha dejado de sentir,
bajo una piel que ya no reconoce el tacto de la desgracia
porque es esta la que ahora bombea con su sangre.
Hemos subido a las alturas
y no hemos sentido el vértigo
que supone seguir con vida,
mientras a nuestros pies
van creciendo los cementerios.”