Luces acalambradas
y caderas silenciosas
junto a calles luminosas
y unas primaveras heladas;
al verme tan alta, esperanza
de sentarme al final del camino,
y encontrar un nuevo destino
en una cúpula de alabanza.
Pasando el atrio sin sorpresas
vida cotidiana absoluta
y apacible, se disfruta
quedando miradas embelesas.
No engaño a nadie con la belleza
de mi sonrisa, insólito suceso
cual corto y tierno beso
que de un joven es proeza.
Quiero volar por avenidas nuevas
y surtirme de corazones rotos
que pueda coleccionar como fotos
hasta pedirte por favor que vuelvas,
En el atrio: ser o no ser. Cuando mantienes tal fe ciega, llegas a ver en oscuridad de sobra como para quedar ciego, y es a tal punto cuando pese a ocurrir el milagro no llegas a tomar conciencia de lo que esperabas, pues eres ciego a la fe. Consiste en tomar conciencia de uno mismo, así que en el atrio, uno se dice: todos sufrimos, pero mi fe no es ciega. Ser o no ser, ¿lo vemos o creemos verlo? Viva fe; sabemos que está ahí: no hay duda cuando los ojos de Dios son vivos a nuestra fe. PD. Me encanta.
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