La soledad sigue llamando a mi puerta y no le quiero dejar entrar. Le observo como cada noche, como cada madrugada, a través del cristal. Mientras, me tomo el café que tanto detesto y cuento una a una las gotas que la lluvia ha ido dejando sobre el tiesto.
La flor ha muerto y el sentimiento también.
Pensaba que era de consideración decírtelo. Así sabrás que ya no espero que vuelvas con tus falsas promesas, esperanza envenenada o interés contradictorio. Hace mucho que repito la rutina y que todo se aglutina en torno a un mismo cantar desafinado. Que desordena mis pensamientos, dejándolos indefensos ante la ira de tu palpitar. El corazón acelerado mostraba tu rabia en cada palabra dicha sin pensamiento que la sostuviera.
Quizá por eso te recuerdo en medio de la oscuridad, con semblante serio y la sonrisa escondida.
Quizá por eso haya olvidado a qué olías.
Quizá por eso me sienta ahora tan vacía y necesite irremediablemente abrir la puerta a esta soledad que lleva tiempo esperando este momento. El momento en el que me vuelvo vulnerable ante el mundo, pero no ante ti.
Finalmente me decido a cerrarte la puerta para que te quedes fuera, aunque eso convierta a la soledad en mi actual acompañante.
La soledad a veces no es un sentimiento, es una decisión. Buen texto, me gustó 👏🏻👏🏻
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Muchas gracias! Efectivamente. Me alegro de que haya gustado☺️
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