Si no te piden ayuda,
no la regales;
simplemente permanece atento
para entender las señales.
A veces, te estarán suplicando
con ojos tempestades,
con su sonrisa de seca rosa
o con sus lágrimas cauceleando entre las calles.
Escúchame, mujer mariposa:
es de valiente mostrarnos vulnerables
y no quedarnos con el capullo
sino echar a volar para no sufrir más por estrés.
Cuanto más humano me confieso,
menos me lamento ante cualquier traspiés,
¡si te equivocas no pasa nada!
si esto lo entiendes, te liberaste del arnés.
Retomo la cuestión de la ayuda,
de su entrega sin solicitud;
la intención es buena
pero, en ocasiones, quien pierde eres tú
porque quizá esa humana
ya arregló la dificultad
y, si tú se la resuelves,
tú se lo recordarás.
Si no te piden ayuda,
no la regales;
hay que permanecer atento
para entender las señales.
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