Hay veces que el “para siempre”
se sentencia de verdad; yo nunca creí en el amor eterno pero,
al igual que el poeta Redry,
tu boca yo nunca la dejaría de besar.
Porque antes de que vinieras a esta casa,
destrocé todos los relojes;
antes de que lo hicieras a mi vida,
mi pasado, los prejuicios y los temores.
Jamás imaginé que mi mayor efectiva forma de meditar
la hallaría al lavar unos brazos;
permíteme que con agua
te elimine el miedo, el barro.
Elegir destino vacacional resulta la mayor de las preocupaciones,
¿no es cierto?
¡Y yo me extraño y me sorprendo
porque tengo tan claro que quiero descansar en tu cuerpo!
Dos bocas que se unen
como exploradores dotándole a un pozo
la connotación de
<manantial>,
así son nuestros rostros
cuando se fusionan
y tan solo nos cubre la luna y nuestra verdad.
Yo también «fui torpe al desnudarte
y arrancarte la ropa del corazón»,
pero, ahora que esta desnudez nos gusta,
aprovechémosla y besémonos el corazón.
Nada más que decir,
todo por expresar,
que quiero pasar las veinticuatro horas tallando con mis labios tus entrañas
y ese lunar que te ha nacido para representar este amor de cándida sinceridad.



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