Hoy, corazón, te recordé en los taninos marcados de un vino, en mi bebida predilecta, ¿no es contradictorio eso? Ya no te extraño, pensé que mi cuerpo te había desterrado. Pero ¿cómo, corazón?, si en tu sudor me empapaste, pero ya no sé si para investirme o impurificarme. Nunca he sido afable ni mucho menos virtuosa, pero, corazón, antes de ti mi alma revoloteaba como si no conociera malicia, podía sacudirse entre brazos y abrazos. Podía entregarse con nobleza y sin armadura impuesta. ¿Lo entiendes, corazón?, una vez me acariciaste, desgarraste mi piel, con voracidad y, tan pronto lo hiciste, aún sin saciar el hambre, quisiste absorber mis lágrimas, que se deslizaban calientes por mis mejillas, tanto podía sentir que me quemaban, gritándome, pidiéndome hacer uso de mi voz tan ausente y reservada en mi diafragma. Pero, corazón, no me leíste, ante ti me convertí en un manuscrito, mientras paulatinamente me quedaba sin mí. Me acariciaste, corazón, y de repente me convertía en un objeto obsoleto, guardado en tus baúles. Corazón, estuviste sin mí, y lo usaste a tu conveniencia, podías arquearme, extenderme, congraciarme, besarme con tus ojos, pero tú, corazón, escogiste perjudicarme, entonces con tus manos fuertes, que podían sostenerme, me estrujaste hasta sentir desde la cáscara hasta mi ser, en lo recóndito, en lo que soy, que me dejaste rota.
Angie Valeria Robles Zuluaga
@angievaleriaz
Leer sus escritos
Hermosa poesia llena de sensaciones y muy equilibrada… muy profunda…sensacional.
Me gustaMe gusta
Bru-tal.
Me gustaMe gusta