Se siente al compás del olvido,
un silencio más tuyo que mío,
y ha de recorrer eternidades,
antes de ensimismarse en el vacío,
tan turbio, tan breve, tan banal,
con que hilvanas los instantes,
evocando el sinsentido fatal,
de esta claridad en la que ardes.
Voy a perder la cabeza en el vórtice,
que nos retuerce en un pensamiento,
por sí mismo demasiado intrusivo.
Ya no soy tu amada cómplice,
ya no eres mi vicioso cimiento,
arrancas de mis dedos las razones,
me niegas tu abrazo como abrigo,
y tu historia abandona mi códice.
La poesía se inyecta en las venas,
para anestesiar un dolor aprehensivo,
que me asfixia, que me quema,
que me hace el demonio de tus visiones.
Por fin se fragmentan las estelas,
en que se graban desdichados corazones,
que se confunden con los nuestros,
vivos entre tantos muertos.
Carolina Palacio Ramírez
@carolinapalacioramirez
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