¿Qué azucena derrama su memoria
en la tímida estancia del poeta?
¿Qué perfume del miedo se etiqueta
en los versos contados sin historia?
Ya sabemos que el Reino y la victoria
del que canta sus pérdidas, decreta
domicilio en la niebla, en la cuneta
donde crecen las flores de la escoria.
Nuestro Reino descansa en alamedas
nunca vistas, en turbias en almonedas
donde esconden los versos su latido.
Solo un nombre en el agua susurrada,
el murmullo, la savia ensangrentada
de un instante perfecto y sin sentido.

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