Si estuviera en Ucrania,
en la ruta entre Irpin y Kiev
entre sirenas, cenizas y puentes cuarteados,
con la muchedumbre escuchando a curas
mientras se alejan del espanto,
y tu pecho se abriera
como las puertas del cielo:
                                 tórrido abrazo
con una rosa blanca
entre mis guantes de camuflaje
dijera:
          Da!
          Так, я приймаю!
          Acepto tu abrazo
          que no dice al mundo te amo,
          porque las cosas para mi oído
          me basta con yo escucharlas.
Te digo:
          Da! tak!
          Я захоплююся тобою
Y admirarte es mi forma cristalina de quererte.

Entre fuegos y cenizas
también andas,
prolongando la especie indefensa.
Y las alas del efecto mariposa
se baten para agitar océanos.

No estoy sobre el fino asfalto
que une las ciudades en colapso
pero no quiero pensar en el “por si las moscas”,
en el “y si hubiera acontecido”.

En estos tiempos de león que ruge
sobre las tierras aptas para la guerra,
que la rosa blanca se haga cenizas.
          ¡Ígneo! ¡Da! ¡tak!
Rosa incinerada por un tórrido abrazo.

Al otro lado
el mundo arde.
Y de pronto el cielo
se vuelve hollín, sangre,
piedra y fuego metálico.
Y mis ojos surcan tantas veces
el espacio finito entre voz y voto.
Y tus pómulos amplios
me esperan luego de cada recorrido.

Llegará, entonces,
el momento que tus brazos y los míos
sean agua pantanosa y yacaré
o pastizal y capibara.

Cuando el abrazo se consume
habrá hogueras y pájaros que canten.
El cielo partido, en bruma y aire ciego.
Las manos se esconderán como ardillas,
y será uno el aire exhalado.

Y la nieve que dejarás en el camino
bramará por tu ausencia.

Kabur
@kaburrrrrr
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Giselle LF
@glf.writes
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