Las otras vidas nos sostienen,
esas que nunca confesamos
en nuestras rotas biografías,
esas que saben donde vamos
en las horas, turbias y amargas,
donde la vida oculta datos,
certezas y viejas querellas
y nos adentra en el fracaso.
La vida que no viene a vernos,
que descansa en lejanos tramos
de autopistas frías, sin alma,
en otros mundos derrotados.
Aquellas vidas que nos dictan
otra forma, otro espacio hermano,
donde ocultamos las cenizas
de rosas que nunca plantamos.
Apenas un roto destello
queda de esa vida, y los años,
donde ya no pertenecemos,
tristes, nunca podrán salvarnos.

Deja una respuesta