Estoy cortada por la mitad, de este a
Oeste. En un repartirme sin éxito
entre cosas cotidianas, a cambio de
un corazón en modo estándar.
Me disuade el día, con el rugido
Indiscriminado de la luz,
huyéndole de un zarpazo al horizonte.
Siempre en rojo.
Adormecido. Doméstico.
Idéntica a mí, una huella -tierna todavía-
contra el camino subyacente, elige
la intemperie. Y no sucumbe al vértigo
de mirarse, en la profundidad
de los charcos.

Maribel Hernández
maribelhernandez.es
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