El desierto es una quimera
habitado por los fantasmas
de los días vencidos, muertos,
en calendarios sin mañana.
Una interminable autopista
que cruza una patria sin alma,
un espejo donde dormitan
las viejas canciones gastadas.
La arena quema en la cintura
de las tardes, desesperadas,
donde nada tiene sentido
y un turbio silencio nos llama.

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