Se apaga la luz.
Se encienden las sombras.
El amor se ha ido
y ha dejado atrás
los cadáveres rancios
de todo lo que me dejé robar
en nombre de un dios
que solo a los dos pertenecía
que hacía nuevas todas las cosas
para quien todo
era posible.
Le pusimos nombre propio
le cantamos los dulces sueños al oído
y lo matamos
sin honores
una madrugada de resaca.
¡Cuánto más uno ha amado más grande es la herida!
Y la vergüenza.
Y el dolor.
Y los honorarios del analista.
Flora Aliaga
@floraaliagaescritora
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