Migrante es peregrino
al que ninguna tierra le es santa.
Santiago en el bolsillo del pantalón
se compadece sin mirar,
el santo ya muerto no se arranca la venda
para no romper su inerte corazón,
mientras la justicia se levanta la suya
en la tierra sin ley
y favorece al que le apunta una pistola en la cabeza,
mientras le mete lingotes de oro bajo la falda.
El amparo de Dios en el pecho del ausente
está cubierto de telarañas,
canta salves al trago de Brugal que le quema
los pecados nonatos en la garganta,
la nostalgia se llama colmado afrolatino
en vena cosmopolita
que no deja de fluir con vida autómata.
Migrante es desarmado por el desalmado
que se corre con un lomo quebrado
y una sonrisa derretida,
migrante es el que aprende a correr
para correrle a las balas
y que se blanquea hasta el alma
para que no lo crean diana.
Aborto de una guerra sin cuartel
guerras de sangre, polvo, plomo y semen.
Migrante es hijo del destino,
gentilicio fronterizo,
indeterminado,
en un juego perpetuo a ser
el cadáver sin identificar en una trinchera
que no sabrás si es amiga o enemiga
hasta que no decidan lo que hacer con tu cuerpo.
¿Será que algún ángel sin manual se compadecerá
más que la tierra ingrata
que le dará cobijo
cuando el calor no haga falta?
Sabrina Feliz
justlittlerandomwritings
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