Atrapada

Ella, siempre tan sencilla, joven, callada,
con su voz cada tanto apagada
por ruidos de redes intrusas,
por sones de orígenes raros,
retoques de fotos muy falsos
cifrando mensajes errados.
Bonita a la luz del sol,
bello su perfume de ardor…
¡Perdida en un mar de lágrimas,
sorda y ciega con su alma ajada!

Tú, que ni siquiera eres mi compañía,
eres la musa que habita mis días,
pernocta en mis pensamientos y
deambula en mi silencio;
una sombra que no me nombra
y que a pesar de mis intentos
permaneces en mi desquicio,
anclada como un vicio,
viva como un deseo,
como agua para el sediento.

Ella, un suspiro de mis anhelos
que duda de lo grande que es,
que busca por fuera consuelo.

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