Veo ¡oh, luces candentes!
Aquellas pupilas enardecidas de pesares
Iluminan la mañana frente a un espejo.
En un trasfondo de ilusiones
Así, insospechada y genuina
Desemboca la verdad del mundo
En el pestañear de ilusiones.
Solo el viento entiende su lenguaje
Solo la noche atormenta sus profundidades
Es tan suya, pero sin él.
Más allá del shangri-la de su cuerpo,
está el paraíso de lo que puede ver.
El amor la arquea
El mundo la hunde
El llanto la nubla
Y las casualidades la expanden.
Se pierde cuando entra una pena
Se halla al momento de entender
Para al final ser lo que nada más puede ser:
La utopía de Dios.