No sé de qué hablo
cuando los ojos que me miran
ven una versión de mí distinta.
Una versión que aún pretendo
descifrar frente al espejo,
como si se ocultara de mi mirada
por miedo a que no la aceptara.
Sin darse cuenta de que es ella
quien debe aceptarme a mí.
Por cobarde,
por creer en una esperanza
que solo existe en un corazón
cansado,
decepcionado
que cuando mira al que tiene enfrente
agacha los sentimientos
murmurando un ‘cambiaré’
en el que no cree.
Porque no hay peor guerra
que la que surge dentro de uno mismo.
Tú te salvas.
Tú te hundes,
pero nunca te quedas a la deriva.
Deja un comentario