Hoy quise ser un dios, en un tonto dislate y soñé que era Cronos el más grande, parece y regalarte el tiempo que tanto te adolece al punto desperté, que febril disparate.
Quise ser como un Atlas, y cargar con tus penas un Sansón melenudo, un Ares con coraza luchar por ti, Atenea, con furia, casta y raza y librarte un instante de todas tus cadenas.
Soñé con ser Apolo, con su prosa envolvente y con mi luz divina alumbrar tu camino Poseidón en tus mares, manantial de tu fuente
para regar la senda que marca tu destino regalarte, Afrodita, un mundo diferente mas me quedo en Quijote, que lucha con molinos.
Lector compulsivo casi desde que aprendí a leer, aficionado a las artes en general y a la pintura en particular, la voluntad de escribir me fue llegando poco a poco, empezando más como un método de relajación y abstracción tras el trabajo que como una pulsión interna, poco a poco esa costumbre se fue convirtiendo en casi necesaria, un medio de expulsión o expresión que se ha ido manteniendo en el tiempo y que he aprendido a disfrutar de manera reposada.
Sin más pretensión que plasmar las inquietudes que me remueven de alguna manera, tengo que reconocer que la sensación de reflejarlas por escrito, sacarlas de donde surgen, a veces la cabeza o el corazón, a veces las tripas, y dejarlas en algún lugar para quien las encuentre, y pensar que alguna de ellas pueda pellizcar a alguien con quien comparto al menos ese interés aun sin conocernos, completa el círculo de una manera muy gratificante. Ahí sale ese pequeñito ego necesario.
Espero seguir compartiendo mientras continúe este pálpito y sienta que puede haber alguien al otro lado que se muestre en sintonía, en el fondo o en la forma, con mis escritos.
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