Los pasos dieron
con el final del camino.
El polvo cubrió
todos los sentidos.
Ella vino contenta,
relamiéndose la lengua,
con gran porte cabalgaba
esgrimiendo su afilada espada.
La custodia clamó,
las alas destellaron.
La tierra se resquebrajó,
una fuerte voz respondió.
La espada se dobló,
esperpéntica caída.
El viento arrancó el vestido
mostrando las vergüenzas.
Se fue enfadada con su destino.