En esta carrera, el tiempo me ha alcanzado,
en mi piel ha plasmado su experiencia.
Me he vuelto océano,
surcos y remolinos me dibujan,
mis huesos son ramas de arbustos secos
que ya no producen frutos.
He dejado de ser la de antes,
la de siempre,
la de la sonrisa completa,
la de sueños nacientes.
Mi cuerpo ya no tiene prisas,
mis caminos andan lentos
y mis ojos ya no brillan.
El eco que rebota de mi voz
se ha fundido en el espacio
para nunca regresar.
El invierno ha jugado con mis cabellos
y mis ríos se han secado,
mis manos son dunas sedientas
que buscan un oasis inalcanzable.
La espera se hace más corta.
Ahora solo duermo
presagiando el final.
Ahora solo duermo
queriendo descansar.
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