Una infinitesimalidad, un rasguño de luz apenas en la nada tejida del poema, allí es, y es ahora que pasa un instante ya pasado, y es ahora que en el tiempo es con aquel punto, y nimia mirada de afilados rayos hacia atrás voltea entre temblores, y he aquí la nada inalcanzable, y he aquí que se abre una herida de huida parturienta, y he aquí que inunda la lágrima el indivisible cuerpo de la luz, y se hincha, y es ahora el agua acuosos momentos turbulentos o columnas de la memoria, y es ahora inflación diluida de luz cada vez más imperceptible crea, inunda y muere el todo, y son las fluctuaciones del piélago y su mística y su miríada y su música que se confunden con el silencio, ¡tan inmensa, es invisible!, y son sus crestas y abismos y alzadas paredes ya derruidas y torbellinos ya quietudes y su callar y es su trueno ahora, ambos, uno, y es hacia delante y hacia atrás, y la luz hacia ambos lados mira y es entonces el filo, la fiera, el desafío, la eterna línea, línea eterna que segmenta y disecciona, ¡y es el punto y es la línea! y son las partes que desguaza en partes que desguaza en partes que desguaza y es el punto y es la línea, y son todas las líneas, y ellas se disputan las centellas nacientes, nacidas, vivientes, vividas, moribundas y muertas y se rugen y se esquivan deformándose en los curvos cuerpos del espacio de la luz que se ruge y se esquiva y se deforma y que algunas veces es cazada, se le niega el horizonte y vive por un momento y ya es siempre en el pasado allí será, y así es la urdimbre, y el genesíaco punto es perdido por siempre en la afilada acuosa hinchazón, y solo es la luz, la luz, la luz, la luz hambrienta acuosa hinchada devorada dilatadamente se abre y al fin…

Ningún nombre de la luz… el hambre cesa… cesa el cuerpo de las aguas primitivas… cesa el hambre de las progenitoras espadas… cesan las inasibles fronteras… cesan los cuerpos crecientes del fuego… y es solo… solo es… solo un primer punto en la nada tejida del poema.

Jaime Calaforra Arranz
@jcalaforraarranz
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