Encerrados

La casa no es refugio, y el hogar es un invento.

Hay un virus afuera y hay invierno adentro.

No hay escapatoria entre enfermarse del cuerpo en la calle o enfermarse del alma en la casa. El hospital del cuerpo está colapsado y el hospital del alma está desahuciado.

Suena el silencio:

Silencio denso
Silencio que pesa
Silencio que huele a frío
Silencio que sabe a adiós
Silencio estridente
Silencio donde hubo amor.

Dos son compañía:

Pero él entierra su cabeza en la prensa, aunque ni su cuerpo ni su mente le presten atención, mientras ella le sube el volumen a la música de su celular y se abstrae, fingiendo trabajar.

A él se le pasan los días de encierro, ella no volvió a contarlos.
Tienen una vida indiferente, esperando huir aunque ninguno lo intente.

¿Cuándo terminará este encierro?

Nunca. Tal vez pronto se levante la prohibición y el miedo mundial, pero de la cárcel de su alma nadie los liberará.


Publicado por Mafe Piñeres

Comunicadora Social y Periodista. Especialista en Gerencia de Mercadeo. De Cartagena, Colombia. Geminiana y nacida en el Año del Mono. La madre de José (como la canción). Soñadora. Tengo fe hasta en el nombre.

6 comentarios sobre “Encerrados

    1. Wow Awilda, qué bello y cierto lo que dices… apenas para complementar el poema. Hay mucha tela por cortar y muuuuchas miradas desde adentro de este encierro. Un abrazo de vuelta.

      Le gusta a 2 personas

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