Tendrás tus razones
para obviar lo inevitable,
para materializar evanescencias
jurando no desperdiciar más
del efímero tiempo
que no cabe entre tus manos.
Levanta tu cabeza al cielo,
abraza aquí y ahora
los vientos de cambio,
que se alzan fervientemente
ya sin razones para retrasar
el feroz llanto pródigo
llamando a lugar
a la comunión de las almas
que prometieron permanecer juntas
cuando la adversidad quisiera derribarlas.
Ruge ante la incertidumbre,
se cree invencible el hecho
que se difumina entre la niebla
avistada allá a lo lejos
confundiéndose con sus propias artimañas,
queda corto a la vista
pero se bifurca en un reparo
para dar lugar
a los vientos de cambio.
Mientras tanto,
arremetes contra tu voluntad
prestando un llamado de auxilio
según la inconveniencia lo dicta,
tu corporeidad delinea
las superficies con las que choca
soplando, esa brisa certera
que llama a la metamorfosis del ser
dejando atrás cualquier duda
que haya quedado pendiente.
